Los Santos son los protagonistas de la Historia.

El Nombre que nos imponen cuando nos Bautizan, nos hace únicos, y es el que como hijos de Dios determina nuestra misión en la vida para proclamar la Buena Nueva.

"Cristo: La Invitación al Amor y la Misericordia" Cuaresna 2025

 

El Cristianismo: Una Invitación al Amor y la Misericordia
El cristianismo ✝️ no es una obligación, sino una invitación.
Es como un banquete de bodas donde se nos ofrece participar sin necesidad de tener una relación previa con los novios o los invitados. No se trata de estar aislados, sino de entrar en relación.

El cristianismo no es una reclusión de personas apartadas del mundo, sino una vivencia de comunión con los demás. Jesús siempre se relacionó con quienes le rodeaban: con los que salían a su encuentro y con aquellos a quienes Él mismo buscaba.

Desde su nacimiento, Jesús se relaciona con los pastores, con los Magos de Oriente e incluso con Herodes. A los doce años, dialoga con los doctores de la Ley; más tarde, llama a pescadores, a un recaudador llamado Mateo, escucha a un ciego y lo atiende, sana a paralíticos, leprosos y otros enfermos. Defiende a una mujer adúltera, reconoce la fe de un centurión romano y, en la cruz, ofrece el paraíso a un malhechor.

Jesús no se ama a sí mismo de manera egoísta ni se encierra en sí mismo, sino que se abre a todos. Nos invita a hacer lo mismo: relacionarnos.

¿Cómo deben ser nuestras relaciones?
Existen diferentes formas de relación en la historia de la humanidad:

-La ley de la selva: Dominada por la violencia, el poder y la supervivencia del más fuerte.

-La ley de la reciprocidad: Propia de las civilizaciones avanzadas, basada en la justicia y el equilibrio: “Tú me das, yo te doy”.

-La propuesta de Jesús: Una ley distinta, que supera la mera correspondencia. Él nos pregunta: “¿Qué mérito tiene amar solo a quienes nos aman?” (Mt 5,46). Su enseñanza rompe con la lógica humana.
Jesús nos ofrece la ley de la gratuidad, la ley del amor excesivo. No se trata solo de hacer justicia, sino de ir más allá: darnos a nosotros mismos con caridad. No es simple limosna; es un amor desbordante que trasciende la justicia.

Los desafíos en nuestra relación con los demás
Jesús nos advierte sobre algunas tentaciones que pueden alejarnos de este camino:

La tentación del ensimismamiento:

-Los discípulos le dicen a Jesús: “Despide a esta gente para que vayan a comer”, pero Él responde: “Dadles vosotros de comer” (Mc 6,37). No podemos desentendernos de los demás; la relación es una necesidad cristiana.

-La tentación de excluir a los que no son “de los nuestros”:
Cuando los discípulos ven a alguien expulsando demonios en nombre de Jesús, pero sin pertenecer a su grupo, intentan impedírselo. Jesús responde: “El que no está contra nosotros, está a favor nuestro” (Mc 9,40). En el cristianismo no hay exclusivismos.

-La tentación de considerar que algunos no merecen nuestra atención:
No podemos negar nuestro tiempo, ayuda o misericordia a nadie. La historia nos da ejemplos como:
San Maximiliano Kolbe, quien ofreció su vida en un campo de concentración por otro prisionero.
Un cardenal falsamente acusado que, al ser exonerado, bendijo a quien lo había calumniado.
San Juan Pablo II, quien perdonó a Ali Agca, el hombre que intentó asesinarlo.
Y, sobre todo, Jesús en la cruz, quien exclamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34).
Conclusión
El cristianismo es una llamada a la relación y al amor incondicional. No basta con cumplir normas o ser justos; Jesús nos invita a la gratuidad del amor, al perdón sin medida y a la misericordia sin fronteras.

En esta Cuaresma y en la cercanía de la Semana Santa, contemplemos su Vía Crucis como un testimonio vivo de este amor. Que su ejemplo no
s guíe a vivir nuestra fe no como un deber, sino como una oportunidad de entrega y servicio.

 

 

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