Los Santos son los protagonistas de la Historia.

El Nombre que nos imponen cuando nos Bautizan, nos hace únicos, y es el que como hijos de Dios determina nuestra misión en la vida para proclamar la Buena Nueva.

lunes, 26 de mayo de 2025

San Felipe Neri. 26 de mayo. El Santo de la alegría y la caridad.

San Felipe Neri nació en Florencia el 21 de julio de 1515, en una familia acomodada. Desde joven mostró un espíritu piadoso, desprendido y alegre. A los dieciocho años se trasladó a Roma, donde renunció a toda ambición mundana y se entregó de lleno a la oración, la penitencia y el apostolado entre los jóvenes, los humildes y los enfermos.

Con una fe profunda y un corazón inflamado de amor por Dios, vivía con gran austeridad, ayunando con frecuencia solo a pan y agua, y pasando largas horas en oración, especialmente en las catacumbas de San Sebastián, donde experimentó éxtasis místicos y fenómenos sobrenaturales, como la dilatación visible de su corazón y la deformación de sus costillas, efecto del ardor espiritual que lo consumía.

En 1551 fue ordenado sacerdote, y a partir de entonces su labor pastoral se intensificó, especialmente en el confesionario, donde logró conversiones sorprendentes. Tenía el don de leer los corazones y tocar las almas con dulzura, humor y profundidad. Fundó la Congregación del Oratorio, aprobada por el Papa Gregorio XIII en 1575: una comunidad de sacerdotes seculares dedicada a la instrucción cristiana, la predicación sencilla del Evangelio y la atención caritativa a los enfermos y pobres.

San Felipe unía a su vida espiritual una alegría desbordante, un sentido del humor agudo y una humildad ejemplar. Era capaz de reírse de sí mismo para combatir la vanagloria, y animaba a sus discípulos a vivir la fe con gozo y cercanía. Decía: "Tristeza y melancolía, fuera de la casa mía".

Se cuenta que, en una ocasión, al enterarse de que un sacerdote se había secularizado, exclamó entre lágrimas: "¡No conocen a Dios! ¿Cómo lo iban a cambiar por una mujer?"

Dios le concedió varios dones místicos y carismas extraordinarios. Uno de los más impresionantes fue el milagro de la resurrección del joven Príncipe Paolo Massimo, fallecido de manera repentina. Felipe lo llamó por su nombre, y el muchacho volvió a la vida el tiempo justo para confesarse y recibir la absolución, antes de morir definitivamente. Este prodigio causó gran conmoción y aumentó su fama de santidad.

Hasta su muerte, San Felipe Neri mantuvo un corazón joven, lleno de amor por Cristo y por las almas. Murió serenamente en Roma la noche del 26 de mayo de 1595, que ese año coincidía con la vigilia de la solemnidad del Corpus Christi, fiesta eucarística que tanto veneraba.

Fue canonizado en 1622 por el Papa Gregorio XV. Hoy es recordado como el “Santo de la alegría”, modelo de caridad, apóstol de los jóvenes, confesor incansable y padre espiritual de Roma.