Los Santos son los protagonistas de la Historia.

El Nombre que nos imponen cuando nos Bautizan, nos hace únicos, y es el que como hijos de Dios determina nuestra misión en la vida para proclamar la Buena Nueva.

viernes, 13 de diciembre de 2024

SANTA LUCÍA virgen y martir. Símbolo de fe y fortaleza.

 13 de diciembre, "Santa Lucía virgen y mártir, muerta por defender su virtud y proclamar su fe en Jesucristo".


Su historia ha llegado hasta nosotros a través de las actas del martirio, tradiciones, narraciones populares y leyendas. Lucía nació a finales del siglo III en Siracusa (Italia), en una familia rica y de alto rango. Educada cristianamente, era aún muy niña cuando quedó huérfana de padre. Su madre Eutiquia la crió con amor y dedicación. Aún adolescente, Lucía planea consagrarse a Dios, pero custodia este deseo en el corazón. Ignorando las intenciones de su hija, Eutiquia la promete como esposa –según la costumbre de la época- a un joven de buena familia pero no cristiano. Lucía no revela su intención de mantenerse virgen por Cristo, y pospone la boda con diversos pretextos, confiando en la oración y en la ayuda divina.

El viaje a Catania y la intercesión de Santa Águeda

En el año 301, Lucía y su madre se dirigen en peregrinación a Catania, para visitar el sepulcro de Santa Águeda. Eutiquia sufría de hemorragias y, a pesar de numerosas y costosas curas, no mejoraba. Madre e hija desean pedir la gracia de la curación mediante la intercesión de Santa  Águeda, joven mártir de Catania.

Así, el 5 de febrero llegan a las laderas del Etna; es el dies natalis de Águeda. Participan en la celebración eucarística junto a la tumba de la santa. Y sucede que, “al oír el episodio evangélico de la hemorroisa, que logró curarse con sólo tocar el borde del vestido del Señor, Lucía se dirigió a su madre diciendo: ‘Madre, si prestas fe a las cosas que se han leído, creerás también que Águeda, que padeció por Cristo, tiene acceso libre y confiado a su Tribunal. Por tanto, toca con confianza el sepulcro de ella, si quieres, y quedarás curada” (Pasión de Santa Lucía).

Eutiquia y Lucía se acercan entonces a la sepultura de Águeda. Lucía reza por su madre e implora para sí misma la gracia de poder dedicar su vida a Dios. Absorta en una especie de sueño, como en éxtasis, ve a Águeda entre ángeles que le dice: “Lucía, hermana mía y virgen del Señor, ¿por qué me pides lo que tú misma puedes conseguir? Tu fe ha sido de gran ayuda para tu madre, ella está ya curada. Y del mismo modo que la ciudad de Catania está llena de gracias por mí, así la ciudad de Siracusa será preservada por ti, porque ha agradado a Nuestro Señor Jesucristo que tú hayas conservado tu virginidad”. Cuando vuelve en sí, Lucía narra su visión a la madre, le revela su propósito de renunciar a un esposo terreno y le pide permiso para vender su dote con el fin de hacer obras de caridad para los pobres.

El martirio

Desilusionado y resentido, el joven que ambicionaba su mano la denuncia al prefecto Pascasio, acusándola de rendir culto a Cristo y de desobedecer las normas del edicto de Diocleciano. Arrestada y conducida ante el prefecto, Lucía se niega a sacrificar ante los dioses, y profesa su fe con orgullo: “Yo soy una sierva del Dios eterno, que ha dicho: ‘ Cuando os lleven ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo habéis de hablar o qué habéis de decir en defensa propia, porque en aquel mismo momento el Espíritu Santo os enseñará lo que debéis decir’”.


Le pregunta Pascasio: “Entonces, ¿tú crees que tienes el Espíritu Santo?”. Lucía responde: “Lo ha dicho el Apóstol: ‘Los castos son templo de Dios, y el Espíritu Santo habita en ellos’. Pascrasio, para desacreditarla, ordena que sea conducida a un prostíbulo. Pero Lucía declara que no cederá a la concupiscencia de la carne, y que como su cuerpo sufrirá violencia contra su voluntad, ella seguirá siendo casta, pura e incontaminada en el espíritu y en la mente. Cuando tratan de llevársela, los soldados no consiguen moverla. Atada de pies y manos, no logran arrastrarla ni siquiera con la ayuda de bueyes. Exasperado por este extraordinario hecho, Pascasio dispone que la joven sea quemada viva. Pero el fuego no la daña.
Furibundo, Pascasio ordena que le arranquen los ojos y que Lucía sea decapitada, y así muere la joven mártir el 13 de diciembre del año 304 a la edad de 21 años.


Sta. Lucía es patrona de Siracusa y de otras poblaciones, y también ejerce su patrocinio sobre la vista, los ciegos, modistas, sastres, fotógrafos y  otros.

 

 

martes, 3 de diciembre de 2024

SANTA BÁRBARA Por su firmeza en la Fe, fue martirizada por su propio padre.

Santa Bárbara: Fe, Coraje y Protección Eterna

 Cada 4 de diciembre celebramos la vida de Santa Bárbara, una joven cuya valentía y fe inquebrantable han inspirado a generaciones. Nacida en Nicomedia, una provincia del antiguo Imperio Romano ubicada en la actual Turquía, vivió entre los siglos III y IV, un tiempo marcado por la persecución de los cristianos.

Bárbara era hija de Dióscoro, un gobernador pagano estricto y controlador. Temiendo que su hija adoptara la fe cristiana, Dióscoro la confinó en una torre, lejos de toda influencia externa. Incluso contrató filósofos y poetas para moldear su pensamiento según las creencias de la época. Pero el plan no resultó como esperaba. En su aislamiento, Bárbara encontró una conexión profunda con Cristo y abrazó la fe cristiana, desafiando las órdenes de su padre.

Cuando Dióscoro descubrió su conversión, se sintió traicionado y enfurecido. Bárbara se negó a casarse con el hombre que su padre había elegido para ella, declarando que su único compromiso era con Cristo. Este acto de valentía la llevó a ser arrestada y sometida a torturas crueles. Sin embargo, su fe permaneció intacta, y su resistencia solo fortaleció su determinación.

Finalmente, fue condenada a muerte. En un acto de crueldad inimaginable, su propio padre se ofreció como verdugo. En la cima de una montaña, Dióscoro la decapitó. Pero inmediatamente después, un rayo lo fulminó, interpretado como un juicio divino. Este evento selló el lugar de Bárbara en la memoria colectiva como una santa protectora contra los peligros repentinos y las fuerzas de la naturaleza.

 Legado y Simbología

A pesar de la falta de pruebas históricas concluyentes sobre su vida, el impacto de Santa Bárbara trasciende el tiempo. Su culto se extendió por Europa y fue oficialmente reconocido por la Iglesia en el siglo XVI. Su imagen suele representarla con un manto rojo, símbolo del martirio, junto a un cáliz con la sangre de Cristo, una rama de olivo como emblema de la paz eterna, y una torre, referencia a su confinamiento.

El relato de su martirio y el rayo que cayó sobre su padre la convirtieron en la protectora contra tormentas eléctricas y otros desastres naturales. Con el tiempo, su patronazgo se amplió a los artilleros, ingenieros, zapadores y mineros, profesiones relacionadas con el manejo de explosivos. En su honor, el compartimiento de municiones en los buques recibió el nombre de "santabárbara".

Santa Bárbara también es invocada en momentos críticos para recibir los últimos sacramentos y asegurar una muerte en paz. Su historia sigue siendo un recordatorio de que la fe, la entrega y el coraje pueden iluminar incluso los tiempos más oscuros. Su legado no solo vive en los corazones de los fieles, sino también en símbolos y tradiciones que nos conectan con su extraordinaria vida.

 

SAN FRANCISCO JAVIER. El santo que resucitó muertos.

3 de diciembre, San Francisco Javier, patrono de las misiones.
El santo que resucitó muertos.


San Francisco nació en el castillo de Javier, Navarra (España), el 7 de abril de 1506, de familia noble. Era el pequeño de cinco hermanos. 

Estudió en Navarra y en París, donde llevaba una vida tibia, hasta que se convertiría con la ayuda de  San Ignacio de Loyola que le repitió las palabras de Nuestro Señor: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?" (Mt 16,26).
Este pensamiento al principio le parecía fastidioso y contrario a sus aspiraciones, pero poco a poco fue calando y retando su orgullo y vanidad. Por fin San Ignacio logró que Francisco se apartara un tiempo para hacer un retiro especial que el mismo Ignacio había desarrollado basado en su propia lucha por la santidad. Se trata de los "Ejercicios Espirituales".  Francisco fue guiado por Ignacio en aquellos días de profundo combate espiritual y quedó profundamente transformado por la gracia de Dios.  Comprendió las palabras que Ignacio: "Un corazón tan grande y un alma tan noble no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos.  Tu ambición debe ser la gloria que dura eternamente".
"Ve e incendia el mundo." 

San Francisco Javier, a sus 28 años, con cinco compañeros con los que se fundaría la Compañía de Jesús, hizo voto de pobreza, castidad y obediencia. Y tres años más tarde se ordenó sacerdote estando en Venecia. 

Los jesuitas se ofrecieron al Papa para ser enviados a predicar a cualquier lugar, y San Francisco fue nombrado legado del Papa en las tierras del Mar Rojo,  Golfo Pérsico y de Oceanía, siendo enviado a  las Indias Orientales, a donde partió desde Lisboa. El viaje marítimo duró 13 meses.

Predicó en Goa, Pesquería, Malaca, Macasar, Socotora, Célebes  Molucas, Singapur, Travancore, Japón, y en otras poblaciones. Se calcula que llegó a bautizar a un millón de hombres.

SAN FRANCISCO JAVIER NO LO TUVO FÁCIL... 
Goa era colonia portuguesa desde 1510. Había ahí un número considerable de cristianos, con obispo, clero y varias iglesias.
Desgraciadamente, muchos de los portugueses se habían dejado arrastrar por la ambición, la usura y los vicios, hasta el extremo de que muchos abandonaban la fe. Los sacramentos habían caído en desuso; se usaba el rosario para contar el número de azotes que mandaban dar a sus esclavos. La escandalosa conducta los cristianos alejaba de la fe a los infieles. Esto fue un reto para San Francisco Javier. 
Además, fuera de Goa había a lo más, cuatro predicadores y ninguno de ellos era sacerdote. El misionero comenzó por instruir a los portugueses en los principios de la religión y a formar a los jóvenes en la práctica de la virtud. Después de pasar la mañana en asistir y consolar a los enfermos y a los presos, en hospitales y prisiones miserables, recorría las calles tocando una campanita para llamar a los niños y a los esclavos al catecismo. Estos acudían en gran cantidad y el santo les enseñaba el Credo, las oraciones y la práctica de la vida cristiana. 
Todos los domingos celebraba la misa a los leprosos, predicaba a los cristianos y a los hindúes y visitaba las casas. Su amabilidad y su caridad con el prójimo le ganaron muchas almas.
Uno de los pecados más comunes era el concubinato de los portugueses de todas las clases sociales con las mujeres del país, dado que había en Goa muy pocas portuguesas. 
Tursellini, el autor de la primera biografía de San Francisco Javier, que fue publicada en 1594, describe con viveza los métodos que empleó el santo para combatir aquella vida de pecado. Por ellos, puede verse el tacto con que supo Javier predicar la moralidad cristiana, demostrando que no contradecía ni al sentido común, ni a los instintos verdaderamente humanos.
Para instruir a los pequeños y a los ignorantes, el santo solía adaptar las verdades del cristianismo a la música popular, un método que tuvo tal éxito que, poco después, se cantaban las canciones que él había compuesto, lo mismo en las calles que en las casa, en los campos que en los talleres.

UN HOMBRE ENGRANDECIDO POR DIOS.

San Francisco Javier, conocido como uno de los más grandes misioneros de la Iglesia Católica, fue protagonista de milagros que fortalecieron la fe de muchos en sus viajes por Asia. Entre ellos destacan:

  1. El milagro de los peces en India, donde los peces saltaron al agua tras levantar la cruz, asombrando a sus opositores.
  2. El don de lenguas, permitiéndole comunicarse sin haber aprendido idiomas locales.
  3. Curaciones milagrosas, devolviendo la salud a enfermos mediante la oración.
  4. Resurrección de un joven muerto, tras intensas plegarias.
  5. El crucifijo en el mar, lanzado por San Francisco Javier que calmó una tormenta, y fue encontrado intacto en la orilla.
  6. Protección divina, enfrentado a condiciones extremas, y saliendo ileso de múltiples peligros en sus misiones.

 SU MUERTE A LAS PUERTAS DE CHINA...

La cristiandad había prosperado en la India durante la ausencia de Javier; pero también se habían multiplicado las dificultades y los abusos, tanto entre los misioneros como entre las autoridades portuguesas, y todo ello necesitaba urgentemente la atención del santo. Francisco Javier emprendió la tarea con tanta caridad como firmeza. Cuatro meses después, el 25 de abril de 1552, se embarcó nuevamente, llevando por compañeros a un sacerdote y un estudiante jesuitas, un criado indio y un joven chino que hubiera sido su intérprete si no hubiese olvidado su lengua natal. En Malaca, el santo fue recibido por Diego Pereira, a quien el virrey de la India había nombrado embajador ante la corte de China. 

San Francisco tuvo que hablar en Malaca sobre dicha embajada con Don Alvaro de Ataide, hijo de Vasco de Gama, que era el jefe en la marina de la región. Como Alvaro de Ataide era enemigo personal de Diego Pereira, se negó a dejar partir Pereira y a Francisco Javier, tanto en calidad de embajador como de comerciante. Ataide no se dejó convencer por los argumentos de Francisco Javier, ni siquiera cuando éste le mostró el breve de Paulo III por el que había sido nombrado nuncio apostólico. Por el hecho de oponer obstáculos a un nuncio pontificio, Ataide incurría en la excomunión. Finalmente, Ataide permitió que Francisco Javier partiese a la China. El santo envió al Japón al sacerdote jesuita y sólo conservó a su lado al joven chino, que se llamaba Antonio. Con su ayuda, esperaba poder introducirse furtivamente en China, que hasta entonces había sido inaccesible a los extranjeros. A fines de agosto de 1552, la expedición llegó a la isla desierta de Sancián (Shang-Chawan) que dista unos veinte kilómetros de la costa y está situada a cien kilómetros al sur de Hong Kong.

Por medio de una de las naves, Francisco Javier escribió desde ahí varias cartas.  Una de ellas iba dirigida a Pereira, a quien el santo decía: "Si hay alguien que merezca que Dios le premie en esta empresa, sois vos. Y a vos se deberá su éxito". En seguida, describía las medidas que había tomado: con mucha dificultad y pagando generosamente, había conseguido que un mercader chino se comprometiese a desembarcar de noche en Cantón, no sin exigirle que jurase que no revelaría su nombre a nadie. En tanto que llegaba la ocasión de realizar el proyecto, Javier cayó enfermo. Como sólo quedaba uno de los navíos portugueses, el santo se encontró en la miseria. En su última carta escribió: "Hace mucho tiempo que no tenía tan pocas ganas de vivir como ahora".
El mercader chino no volvió a presentarse. El 21 de noviembre, el santo se vio atacado por una fiebre y se refugió en el navío. Pero el movimiento del mar le hizo daño, de suerte que al día siguiente pidió que le trasportasen de nuevo a tierra. En el navío predominaban los hombres de Don Alvaro de Ataide, los cuales, temiendo ofender a éste, dejaron a Javier en la playa, expuesto al terrible viento del norte.
Un compasivo comerciante portugués le condujo a su cabaña, tan maltrecha, que el viento se colaba por las rendijas. Ahí estuvo Francisco Javier, consumido por la fiebre. Sus amigos le hicieron algunas sangrías, sin éxito alguno. Entre los espasmos del delirio, el santo oraba constantemente. Poco a poco, se fue debilitando.
El sábado 3 de diciembre de 1552, según escribió Antonio, "viendo que estaba moribundo, le puse en la mano un cirio encendido. Poco después, entregó el alma a su creador y Señor con gran paz y reposo, pronunciando el nombre de Jesús".
San Francisco Javier tenía entonces cuarenta y seis años y había pasado once en el oriente. Fue sepultado el domingo por la tarde. Al entierro asistieron Antonio, un portugués y dos esclavos.

 P/D Son pocos los hombres que tienen el corazón tan grande como para responder a la llamada de Jesucristo e ir a evangelizar hasta los confines de la tierra. 
San Francisco Javier es uno de esos.  Con razón ha sido llamado: "El gigante de la historia de las misiones" y el Papa Pío X lo nombró patrono oficial de las misiones extranjeras y de todas las obras relacionadas con la propagación de la fe.
La oración del día de su fiesta dice así: "Señor, tú has querido que varias naciones llegaran al conocimiento de la verdadera religión por medio de la predicación de San Francisco Javier".
El famoso historiador Sir Walter Scott comentó: "El protestante más rígido y el filósofo más indiferente no pueden negar que supo reunir el valor y la paciencia de un mártir con el buen sentido, la decisión, la agilidad mental y la habilidad del mejor negociador que haya ido nunca en embajada alguna".